Los manatíes pueden no ser tan conocidos como otros mamíferos marinos, e incluso son confundidos con sus parientes los dugongos. Pero es interesante saber que para los marineros de siglos atrás era relativamente común encontrarse con ellos, y gracias a cierta característica física los manatíes obtuvieron el nombre con el que se les conoce en la actualidad.
Características anatómicas
El cuerpo de un manatí es robusto, de lentos movimientos pero hidrodinámico. Su esqueleto interno contiene solo 6 vértebras cervicales, a diferencia de los demás mamíferos que poseen una más. Sus huesos pélvicos vestigiales se encuentran unidos a los músculos de la pelvis. En general, sus huesos son pesados y la columna vertebral funciona como un ancla, de tal manera que permite que los músculos eleven la cola de arriba hacia abajo.
Se identifican por la cabeza sin cuello visible, el centro del cuerpo voluminoso y una cola redonda aplanada con forma de paleta. Bajo cada aleta se vislumbra una mama; la palabra manatí significa “pecho” en la lengua de los taíno, un antiguo pueblo caribeño. Carece de extremidades traseras.
Sus ojos, situados a cada lado de la cabeza, son muy pequeños, con la córnea vascularizada y con el iris de color azul a marrón. Cuando cierran los ojos, los párpados se cierran de forma circular. Detrás de cada ojo se ubica una abertura que conduce al canal auditivo, pero no existe una oreja externa como tal.
Su hocico es corto y posee un labio superior grande y prensil con el que sujeta su alimento. Como está dividido en dos, cada lado del labio puede moverse independientemente uno de otro. El extremo superior del hocico alberga las fosas nasales. Al sumergirse un manatí, éstas inmediatamente se cierran para evitar la entrada de agua.
Dos aletas pectorales flexibles sobresalen en la zona inferior del cuerpo, pequeñas pero completamente útiles para nadar, tocar y realizar otros movimientos. Del mismo modo que en los cetáceos, dentro de cada aleta se encuentra una estructura con dígitos, que recuerda una mano humana. Con excepción del manatí del Amazonas, los individuos poseen en la punta de las aletas de 3 a 4 uñas semejantes a las de los dedos de los pies de los elefantes.
Todos los triquéquidos son polifiodontos, es decir, su dentición cambia continuamente a lo largo de toda su vida. Lo normal es que su alimentación sea abrasiva con los dientes, desgastándolos y provocando su caída. Por suerte para ellos, nuevos dientes crecen tras la caída de los anteriores. Los individuos adultos están desprovistos de dientes incisivos o caninos, pero poseen de 24 a 32 molares en la parte trasera de la boca.
La piel de un manatí es rugosa al tacto, pero es muy resistente. En ocasiones se convierte en hábitat de otros organismos como las algas, confiriéndole un tono parduzco. El color es realmente gris, aunque los manatíes del Amazonas suelen presentar manchones blancos o rosados en la zona del abdomen.
Dado que se trata de mamíferos, poseen una pequeña cantidad de pelo disperso alrededor del cuerpo que es más visible en la región del hocico, donde varias vibrisas, pelos largos y especializados en la detección táctil, se diseminan visibles. Se presume que todos los pelos que cubren el cuerpo del manatí pueden ser vibrisas, por lo que tendrían un sentido del tacto aún más desarrollado de lo que se piensa.
Sentidos de los manatíes
Un ser vivo no puede existir sin sentidos para percibir su entorno. Los manatíes tienen aguzados sentidos del tacto y la vista, pero el primero se constituye como uno de los más importantes en tanto la interacción física entre una madre y su cría es clave para el desarrollo del pequeño. Ya se ha dicho que es probable que todos los pelos de su cuerpo funcionen como vibrisas, y se les ha visto en numerosas ocasiones estableciendo contacto físico no solo con otros manatíes, sino también con objetos como rocas, cuerdas y troncos. Con respecto a la audición, son capaces de escuchar sonidos de baja frecuencia ya que son básicos en las dinámicas de comunicación, sobre todo entre la cría y su madre.
La vista está bien desarrollada. De acuerdo con estudios recientes, podrían tener la facultad de distinguir entre los colores azules y verdes y diferenciar la luz brillante y la luz más tenue.
Los sentidos del gusto y el olfato no han sido extensamente estudiados, pero es muy probable que puedan percibir los sabores gracias a las papilas gustativas que se encuentran en la parte trasera de la boca. Dada la existencia de un tejido en los huesos nasales internos y que en ocasiones dejan marcas de olor en rocas y troncos, se presume también la existencia de un buen sentido del olfato.
La anatomía de los manatíes está perfectamente adaptada a su medio, como puedes ver. Son lentos, pero no ineficaces al nadar. Los adultos no suelen tener dientes frontales, pero eso no les impide comer. ¿No son maravillosos?