¿Por qué les afecta?
El calentamiento global se constituye como una de las grandes amenazas a la biodiversidad en términos medioambientales. Origina cambios atemporales en las estaciones, el aumento de la temperatura de los océanos, el derretimiento de los polos, etcétera. Se presume que el calentamiento global podría reducir la biodiversidad y afectar a las especies animales, un hecho que se está haciendo cada vez más patente en el caso de los manatíes.
Por naturaleza, los triquéquidos habitan aguas cálidas y tienen muy poca tolerancia a las aguas frías. Los manatíes antillanos (Trichechus manatus) normalmente prosperan en entornos mayores a 21 grados centígrados, los manatíes africanos (Trichechus senegalensis) viven en aguas de temperaturas superiores a 18 grados centígrados y la temperatura de los hábitats de los manatíes del Amazonas (Trichechus inunguis) se encuentra a 25-30 grados centígrados. En general, ningún manatí prospera en aguas de temperatura inferior a 15 grados centígrados.
Puede pensarse que el incremento de la temperatura del agua podría beneficiar a estos seres sensibles al frío. De hecho, algunos especialistas creen que podría originar un aumento del tamaño de sus hábitats. Muchos manatíes de Florida (Trichechus manatus latirostris) son propensos a morir durante las épocas de inviernos especialmente fuertes, pero sabiamente, los individuos de la especie migran hacia zonas de aguas más tibias, que superan los 20 grados centígrados.
Ahora bien, el aumento del nivel del mar causado por el derretimiento de los polos surge como un problema con diversas consecuencias: por un lado, las personas podrían ampliar el número de diques o presas para evitar el paso del agua, con la consecuente reducción de los pastos marinos de los que los manatíes se alimentan.
Uno de los fenómenos comunes en las regiones cálidas o en las temporadas más calientes es la formación de huracanes. Si el calor en la atmósfera se incrementa es probable que también aumenten la frecuencia y fuerza de los huracanes que normalmente azotan la región de Florida, donde se encuentra Trichechus manatus latirostris. Por ende, las tasas de supervivencia podrían reducirse. De acuerdo con una investigación del Proyecto Sirenia (Sirenia Project, USGS) la tasa de supervivencia de los manatíes adultos fue más baja durante 1985, 1993 y 1995, años caracterizados por el azote de tormentas extremas.
Por otra parte, cualquier manatí experimentaría cambios en la disponibilidad y cantidad de alimento y agua dulce, ya que se sabe que pueden beberla. Además, los manatíes que se encuentran al sur de las aguas de Florida cambiarían su distribución de acuerdo con el cambio del flujo de agua dulce.
Cambio climático, algas y marea roja
Una de las peores afectaciones a raíz del calentamiento global ha sido la incidencia de mareas rojas en grandes áreas de las zonas de distribución de los manatíes.
En vista de que el cambio climático puede aumentar las escorrentías, con mayor frecuencia tras el paso de los huracanes. La escorrentía que llega a las aguas eleva el nivel de nutrientes, lo que puede devenir en una proliferación anómala de algas nocivas, que en conjunto reciben el nombre de “marea roja”.
Las algas como Karenia brevis resultan tóxicas y consumen el oxígeno del agua. En adición, si un manatí las consume experimenta falta de coordinación de sus movimientos y carencia de estabilidad, convulsiones, espasmos musculares, imposibilidad para salir a la superficie a respirar, su respiración se detiene y con probabilidad fallece por las toxinas.
La distribución y hábitat de los manatíes los convierte en víctimas frecuentes de la marea roja, ya que ésta suele originarse en las costas donde se descargan aguas o llega la escorrentía. En 1996 se registraron 151 muertes de manatíes por causa de la marea roja, y hasta marzo de 2013 se habían reportado 174 fallecimientos en el suroeste de Florida.
Aunque la marea roja no es la principal causa de muerte de los manatíes, conviene conocer esta consecuencia importante del calentamiento global.